lunes, 17 de marzo de 2014

Conectados en familia

El jueves, 13 de marzo de 2014, en el Salón de Actos del I.E.S. “Santo Reino”, se celebró la charla-coloquio bajo el título “Conectados en familia. La tecnología, mi familia y yo” a cargo de Juan Luis Hueso, psicólogo especialista en psicología clínica y coordinador del programa “Ciudades ante las Drogas" en Torredonjimeno.

Un evento organizado conjuntamente por “Torredonjimeno ante las Drogas” y las Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado de los Centros Educativos de Torredonjimeno que reunió a unas cincuenta personas que tras la charla participaron y opinaron en relación al uso de las Tecnologías en nuestras rutinas diarias y su efecto en las relaciones familiares.

El acto dio comienzo en torno a las 19:00 h. y fue presentado por Encarnación Hornos, Concejala de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Torredonjimeno quien agradeció al I.E.S. “Acebuche” su cortesía por ser anfitrión de este evento y dio la bienvenida a los asistentes, presentando al ponente.

A lo largo de la charla se presentaron unas cuantas ideas sobre conexiones y desconexiones, sobre la familia y las máquinas, sobre la atención y la distracción, sobre el ser y el hacer.

Sin duda, la tecnología nos hace la vida más fácil, nos acerca la información, facilita como nunca antes la comunicación y nos permite jugar, distraernos y divertirnos (esa es la buena noticia), pero también es cierto, que nuestra generación es la primera en la historia de la Humanidad que está experimentando con estas nuevas herramientas y va aprendiendo a usarlas poco a poco, no siendo, en muchos casos muy hábil en la generación de adecuadas pautas de uso entre los más jóvenes que, siendo nativos digitales, no tienen un referente en los adultos acerca de qué se puede/debe hacer y qué no se puede/debe hacer en ellas y con ellas (y esa es la mala noticia).

El escenario tecnológico actual es tan variado, ofrece tanta cantidad de herramientas  y presenta una oferta tan amplia que las posibilidades de interactuar en él y sacarle el máximo provecho se convierte en un auténtico reto no exento de riesgos.

Es obvio que la tecnología está cambiando lo que hacemos, desde consultar la hora en nuestros dispositivos móviles, en lugar de como tradicionalmente se ha hecho en un reloj de pulsera, hasta ocupar los “tiempos muertos” consultando en nuestros smartphones las redes sociales, el tiempo o las últimas noticias locales, nacionales o internacionales. Esta posibilidad de echar mano a cada instante a nuestros dispositivos móviles va generando rutinas conductuales que pueden llegar a convertirse en comportamientos compulsivos que, en casos extremos, podrían derivar incluso en una adicción.

Sherry Turkle, profesora e investigadora en materia de la relación entre los humanos y las tecnologías afirma que “los dispositivos móviles tienen tanta fuerza psicológica que no sólo cambian lo que hacemos, sino que cambian lo que somos”, en la charla TED que puedes ver y escuchar (con subtítulos en castellano) en este enlace, dice que el problema está en la manera en que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos. Aprendemos a conversar con otros para aprender a conversar con nosotros, pero el problema de una conversación es que hay que tenerla en tiempo real (no se puede editar: cortar, pegar o borrar), y al final intentamos comunicar un yo perfecto y esperamos más de la tecnología que de las personas. Dice la profesora Turkle que “es necesario aprender a estar solos (en esa soledad solemos agarrar el móvil y ver qué está pasando y eso nos resta conversar con nosotros mismos). La soledad es donde uno se encuentra a uno mismo de manera que uno puede llegar a otros y formar afectos reales. Si no podemos estar solos, estaremos más solos”.

La capacidad para desconectar de nuestras experiencias y conectar con las experiencias de los demás es un proceso que se va aprendiendo a lo largo del desarrollo evolutivo de los seres humanos y es necesario aprender a desconectar para conectar con nosotros y así, volver a conectar con los demás.

Hasta hace un tiempo, la tecnología estaba reservada para unos cuantos curiosos que entendían que era una gran herramienta de desarrollo personal y profesional y también para los jóvenes (nativos digitales) que han nacido con ellas. Sin embargo, muchas personas se han mantenido a una respetuosa distancia de la misma pensando que la tecnología no era para ellas. Hoy no tiene sentido hablar de nativos o inmigrantes digitales sino más bien de habitantes digitales y en la mayoría de los casos de visitantes digitales. Aún así, incluso para las personas más reacias a usar la tecnología, ha aparecido en nuestras vidas una aplicación que ha dado lugar a un antes y un después una vez instalada en el móvil: el Whatsapp.

La tecnología en el contexto familiar puede convertirse en un interesante punto de encuentro entre padres, madres, hijos e hijas si se encuentran usos adecuados y aplicaciones que pueden favorecer la conexión, la comunicación, el desarrollo cognitivo e incluso la diversión, pero también pueden dar lugar a lo que actualmente se denomina pubbing. El pubbing es un vocablo compuesto por las palabras phone (teléfono) y snubbing (menospreciar) y se refiere al acto de menospreciar a quien nos acompaña al prestar más atención al móvil u otros aparatos electrónicos que a su persona.

Ante este escenario real, es necesario encontrar soluciones y somos los adultos los que tenemos que aprender a estar y a vivir con la tecnología para ofrecer un buen modelo a los más jóvenes y así dar una verdadera educación tecnológica inexistente en la actualidad. Pero la mejor forma de reducir una conducta no es castigarla, sino más bien sustituirla por otra que proporcione, al menos, los mismos beneficios. La alternativa que proponemos no es prescindir de la tecnología, no sólo sería una misión imposible sino incluso una decisión temeraria e inadecuada. La alternativa es introducir más conversaciones en el contexto familiar. Conversaciones de calidad que hagan apreciar el verdadero valor de las relaciones humanas y que conviertan a la tecnología, en todo caso, en un medio y no en un fin.

Pero no vale cualquier tipo de conversación. Tal y como afirma el consultor Álvaro González-Alorda, “nos jugamos la vida en las conversaciones que tenemos, y también en las que no tenemos”. González-Alorda nos propone un modelo de conversación en el que tan importante es la argumentación intelectual de la misma como la capacidad de penetrar en el mundo emocional de la persona con la que conversamos. Animamos a escuchar en el enlace la siguiente charla para entender mejor la propuesta de Álvaro González-Alorda.

Una conversación requiere estar presente, estar presente requiere estar aquí y ahora, y estar aquí y ahora requiere encontrarnos con los demás en los diferentes espacios de interacción que pueden ser y deben ser off-line, pero también on-line.

Tres ideas poderosas que creemos pueden mejorar la calidad de las conversaciones y las relaciones familiares:
  • En el ámbito real (off-line) es necesario desconectar (de la tecnología) para estar presentes y conectar con las personas que nos rodean.
  • En el mundo virtual (on-line) es necesario estar presentes para conectar. Las familias tienen la obligación de saber por dónde andan sus hijos/as, y que estos estén encerrados en sus habitaciones no significa que no estén navegando por un mundo virtual que debemos conocer y comprender.
  • Necesitamos ejercitar la auténtica tecnología punta que a lo largo de la evolución del ser humano hemos desarrollado. Esta tecnología punta es la conversación y la conversación es posible tanto en el escenario del cara a cara como en el escenario virtual.


Éstas fueron algunas de las reflexiones que a lo largo de la charla se pusieron sobre la mesa y que generaron un interesante debate.

En el enlace de más abajo se puede ver la presentación que se usó para ilustrar cada una de estas ideas.


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