El jueves, 13 de marzo de 2014, en el Salón de Actos del
I.E.S. “Santo Reino”, se celebró la charla-coloquio bajo el título
“Conectados
en familia. La tecnología, mi familia y yo” a cargo de Juan Luis Hueso,
psicólogo especialista en psicología clínica y coordinador del programa
“Ciudades
ante las Drogas" en Torredonjimeno.
Un evento organizado conjuntamente por “Torredonjimeno ante
las Drogas” y las Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado de los Centros
Educativos de Torredonjimeno que reunió a unas cincuenta personas que tras la
charla participaron y opinaron en relación al uso de las Tecnologías en
nuestras rutinas diarias y su efecto en las relaciones familiares.
El acto dio comienzo en torno a las 19:00 h. y fue
presentado por Encarnación Hornos, Concejala de Asuntos Sociales del
Ayuntamiento de Torredonjimeno quien agradeció al I.E.S. “Acebuche” su cortesía
por ser anfitrión de este evento y dio la bienvenida a los asistentes,
presentando al ponente.
A lo largo de la charla se presentaron unas cuantas ideas
sobre conexiones y desconexiones, sobre la familia y las máquinas, sobre la
atención y la distracción, sobre el ser y el hacer.
Sin duda, la tecnología nos hace la vida más fácil, nos
acerca la información, facilita como nunca antes la comunicación y nos permite
jugar, distraernos y divertirnos (esa es la buena noticia), pero también es
cierto, que nuestra generación es la primera en la historia de la Humanidad que
está experimentando con estas nuevas herramientas y va aprendiendo a usarlas
poco a poco, no siendo, en muchos casos muy hábil en la generación de adecuadas
pautas de uso entre los más jóvenes que, siendo nativos digitales, no tienen un
referente en los adultos acerca de qué se puede/debe hacer y qué no se
puede/debe hacer en ellas y con ellas (y esa es la mala noticia).
El escenario tecnológico actual es tan variado, ofrece tanta
cantidad de herramientas y presenta una
oferta tan amplia que las posibilidades de interactuar en él y sacarle el
máximo provecho se convierte en un auténtico reto no exento de riesgos.
Es obvio que la tecnología está cambiando lo que hacemos,
desde consultar la hora en nuestros dispositivos móviles, en lugar de como
tradicionalmente se ha hecho en un reloj de pulsera, hasta ocupar los “tiempos
muertos” consultando en nuestros
smartphones las redes sociales, el tiempo o
las últimas noticias locales, nacionales o internacionales. Esta posibilidad de
echar mano a cada instante a nuestros dispositivos móviles va generando rutinas
conductuales que pueden llegar a convertirse en comportamientos compulsivos
que, en casos extremos, podrían derivar incluso en una adicción.
Sherry Turkle, profesora e investigadora en materia de la
relación entre los humanos y las tecnologías afirma que
“los dispositivos
móviles tienen tanta fuerza psicológica que no sólo cambian lo que hacemos,
sino que cambian lo que somos”, en la charla TED que puedes ver y escuchar (con
subtítulos en castellano) en
este enlace, dice que el problema está en la
manera en que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos. Aprendemos
a conversar con otros para aprender a conversar con nosotros, pero el problema
de una conversación es que hay que tenerla en tiempo real (no se puede editar:
cortar, pegar o borrar), y al final intentamos comunicar un yo perfecto y
esperamos más de la tecnología que de las personas. Dice la profesora Turkle
que
“es necesario aprender a estar solos (en esa soledad solemos agarrar el
móvil y ver qué está pasando y eso nos resta conversar con nosotros mismos). La
soledad es donde uno se encuentra a uno mismo de manera que uno puede llegar a
otros y formar afectos reales. Si no podemos estar solos, estaremos más solos”.
La capacidad para desconectar de nuestras experiencias y
conectar con las experiencias de los demás es un proceso que se va aprendiendo
a lo largo del desarrollo evolutivo de los seres humanos y es necesario
aprender a desconectar para conectar con nosotros y así, volver a conectar con
los demás.
Hasta hace un tiempo, la tecnología estaba reservada para
unos cuantos curiosos que entendían que era una gran herramienta de desarrollo
personal y profesional y también para los jóvenes (nativos digitales) que han
nacido con ellas. Sin embargo, muchas personas se han mantenido a una
respetuosa distancia de la misma pensando que la tecnología no era para ellas.
Hoy no tiene sentido hablar de nativos o inmigrantes digitales sino más bien de
habitantes digitales y en la mayoría de los casos de visitantes digitales. Aún
así, incluso para las personas más reacias a usar la tecnología, ha aparecido
en nuestras vidas una aplicación que ha dado lugar a un antes y un después una
vez instalada en el móvil: el Whatsapp.
La tecnología en el contexto familiar puede convertirse en
un interesante punto de encuentro entre padres, madres, hijos e hijas si se
encuentran usos adecuados y aplicaciones que pueden favorecer la conexión, la
comunicación, el desarrollo cognitivo e incluso la diversión, pero también
pueden dar lugar a lo que actualmente se denomina
pubbing. El
pubbing es un
vocablo compuesto por las palabras
phone (teléfono) y
snubbing (menospreciar) y
se refiere al acto de menospreciar a quien nos acompaña al prestar más atención
al móvil u otros aparatos electrónicos que a su persona.
Ante este escenario real, es necesario encontrar soluciones
y somos los adultos los que tenemos que aprender a estar y a vivir con la
tecnología para ofrecer un buen modelo a los más jóvenes y así dar una
verdadera educación tecnológica inexistente en la actualidad. Pero la mejor
forma de reducir una conducta no es castigarla, sino más bien sustituirla por
otra que proporcione, al menos, los mismos beneficios. La alternativa que proponemos no es prescindir de la
tecnología, no sólo sería una misión imposible sino incluso una decisión temeraria
e inadecuada. La alternativa es introducir más conversaciones en el contexto
familiar. Conversaciones de calidad que hagan apreciar el verdadero valor de
las relaciones humanas y que conviertan a la tecnología, en todo caso, en un
medio y no en un fin.
Pero no vale cualquier tipo de conversación. Tal y como
afirma el consultor
Álvaro González-Alorda,
“nos jugamos la vida en las
conversaciones que tenemos, y también en las que no tenemos”. González-Alorda
nos propone un modelo de conversación en el que tan importante es la
argumentación intelectual de la misma como la capacidad de penetrar en el mundo
emocional de la persona con la que conversamos. Animamos a escuchar en el
enlace la siguiente charla para entender mejor la propuesta de Álvaro
González-Alorda.
Una conversación requiere estar presente, estar presente
requiere estar aquí y ahora, y estar aquí y ahora requiere encontrarnos con los
demás en los diferentes espacios de interacción que pueden ser y deben ser
off-line, pero también on-line.
Tres ideas poderosas que creemos pueden mejorar la calidad
de las conversaciones y las relaciones familiares:
- En el ámbito real (off-line) es necesario desconectar (de la
tecnología) para estar presentes y conectar con las personas que nos rodean.
- En el mundo virtual (on-line) es necesario estar presentes
para conectar. Las familias tienen la obligación de saber por dónde andan sus
hijos/as, y que estos estén encerrados en sus habitaciones no significa que no
estén navegando por un mundo virtual que debemos conocer y comprender.
- Necesitamos ejercitar la auténtica tecnología punta que a lo
largo de la evolución del ser humano hemos desarrollado. Esta tecnología punta
es la conversación y la conversación es posible tanto en el escenario del cara
a cara como en el escenario virtual.
Éstas fueron algunas de las reflexiones que a lo largo de la
charla se pusieron sobre la mesa y que generaron un interesante debate.
En el enlace de más abajo se puede ver la presentación que
se usó para ilustrar cada una de estas ideas.